Y es que cuando cuento la historia que estoy empezando ahora, suelo decir que lo más excitante es “to be the owner of my life”, que sé que suena súper vacilón, pero es que francamente así lo creo. Por eso me corta un poco las alas el tenerme que quedar aquí esperando un papelito. En fin, paciencia.
Los autobuses. Ayer por la mañana, un poco agobiada de pensar planes, me metí en el autobús que lleva a China Town, no con la intención de ir hasta allí, si no la de parar antes en un caotiquísimo mercado que había visto el otro día. Era (creo, nadie me lo ha sabido decir, o sea, no hablaban nada de inglés) el Mercado de los Ladrones (por lo visto se le llama así porque todo lo que solía haber antes era robado). Después de la experiencia de Chatuchak el día anterior, que resultó ser un mercado para modernos a lo Camden Town en Londres, éste me pareció la mar de auténtico. Mucho más mercadillo a lo Parla (versión Madrid) o San Adrià del Besós (versión Catalunya), y por ello más genuino, guarrete y curioso. Corroboré una vez más la capacidad tailandesa (intuyo que asiática en general) de montar cualquier negocio -comida, ropa, bar- a partir de una opción campista del asunto: unas mesas de camping, unas sillitas, una olla, unos fogones, y vas que te estrellas.
Perdiéndome por ahí con mi camarilla encontré, por fin, una parada de taxis fluviales, a los que les tenía muchas ganas. Bangkok, que se conoce también como la pequeña Venecia, tiene una circulación fluvial bastante intensa e interesante. Me monté en uno de ellos y río y manta.
Y en fin, la parte buena de no entender los carteles y de dejarse llevar por la corriente del río (nunca mejor dicho), es que esta ciudad, pornográfica y ahora también roja además de rosa, te ofrece sorpresas que tú no le habías pedido: Bajo del taxi fluvial y salgo en una zona de maxi rascacielos, a lo bestia, muy de aquí. Empiezo a ver multitudes de gente vestida de rojo, y huelo a manifestación. Es la primera congregación de los “camisas rojas” en Bangkok desde que a finales de mayo el Ejército puso fin a nueve semanas de manifestaciones y enfrentamientos en los que 91 personas murieron y 1.800 resultaron heridas. Se cumple el cuarto aniversario del golpe de Estado contra el ex primer ministro tailandés Thaksin Shinawtra, y en honor a los muertos de mayo de este año y para exigir la liberación de los líderes encarcelados del movimiento, se han congregado todos. Vamos, un evento bastante histórico e irrepetible.
Sin poder disimular mi emoción intento averiguar, una vez más, qué es lo que está sucediendo, y a pesar de que los rojos tienen mucha disposición a dar a conocer la que ellos llaman su “voluntad democrática” (escrito en camisetas y en flyers), la comunicación vuelve a ser difícil por el tema del inglés, así que tras la singularidad y el shock del acto, vuelvo a la pensión dispuesta a documentarme y a entender en qué clase de acto había estado. La pena, no haber podido entender los matices. Lo bueno, en cualquier caso, haberme caído por allí.
6 comentarios:
Guapísima! Qué alegría encontrarme con este deshielo! Será un placer acompañarte a través de este frame. Un besazo!
Ey Mariona, que alegria saber de tu gigante aventura :) Te seguire los pasos desde Polonia. Un abrazo enorme, Paula.
El exbloguero del teu germà ja s'ha posat al corrent i li han agradat molt algunes frases d'aquests dos primers posts. Benvinguda a Asia.
Ultimament el programet que utilitzo torna a funcionar així que si no passa res, seré lector habitual.
Petons i molta sort!
Disfruto llegint-te.. Mil petonets berens ;)
Marioncina mia, che bello leggerti!!! Ti immagino con la tua macchina fotografica in giro per l'Asia.... sono orgogliosa di te!!!
Un bacio enorme, a presto!
D.
Vicky, descongelandome, ya ves. Que guay que estes!
Yo tambien me polonizare, Paula!
Jordi, mhas donat una alegria. A la Xina podrem, doncs?
BERENSSSSSSSSSS! (guapa)
Dona, grazie per darmi coraggio. Ti racconto presto.
Gracias a todos desde este teclado sin acentos!
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