miércoles, 15 de diciembre de 2010

De cortinas añoradas en el sur de Laos

Miss you, miss you.
Las cortinas de la habitación de tres euros en la pensión de Champasak llevan escrita la frase duplicada, con muchos puntos suspensivos detrás.
Miss you…… Miss you…….
Me quedo abducida pensando en todas las cosas que caben dentro de tantos puntos, y luego me acuerdo de que allí en el frío crecen convencidos un par de seres diminutos dentro de las barrigas de dos amigas muy queridas. Aquí en Laos en cambio, el sur se torna rústico y básico, y muy caluroso. Calor desde las seis de la mañana, además, justo después del despertar forzado por los gallos entusiastas y drogadictos (no sé qué se toman los gallos en este país, pero tiene que haber truco). Calor en caminos de arena interminables llenos de bultos y polvo rojo que le retornan a mis pulmones por varios días una vieja tos de fumadora que creía enterrada.
Son caminos crueles. En este país ya he visto un par de autobuses volcados en medio de la carretera, como parte del paisaje, hasta discretos, diría yo. Me pregunto cuántos de estos deben de suceder a lo largo de los días sin que le importe demasiado a nadie.

everything together

Días de economía de guerra, como guerrillera es esta parte. Duermo por 2 o 3 euros, y mi presupuesto se reajusta alrededor de los 10 euros por día. Viajo en un tuc tuc generoso de carga, dónde a parte de meternos a todos nosotros, nos acompañan 50 kilos de melones, un centenar de sandías, 25 sacos de arroz, varias cincuentenas de huevos, un número inconcreto de gallos y gallinas, una decena de garrafas con líquidos varios, varios sacos de mercancía que dejamos en distintos establecimientos a medida que atravesamos los pueblos a modo camión de reparto, y otros bidones y cajas portadores de material inclasificable. El conductor pone gasolina mientras se enciende un cigarro (y mientras yo me amparo a mi santo sui generis), paramos en varios sitios de desvíos infernales a hacer “encargos” y dejar "paquetes" (por llamar de alguna manera a la carga mastodóntica) y lo que prometía ser un trayecto de un par de horas acaba tomando prestada toda la mañana, y nadie nos la devuelve.

Y mientras, ellos, esperan, aguantan el calor, el polvo, la falta de información. Estoicamente. Nadie dice nada, nadie se lamenta. Una madre acaricia el pelo de su hija con las manos negras y viejas de arrozales, y suspira, discreta. Lo más parecido a una queja.

En el trayecto de Pakse a Champasak soy la única blanca del tuc tuc, como también lo he sido en el autobús desde Tadlo (el pueblo dónde he estado los últimos dos días) a Pakse. En el primero me han dejado sitio apenas me han visto entrar, amontonándose todos los demás unos encima de otros para que yo tuviera dos asientos (soy blanca y además, tan grande comparada con ellos). En el segundo, se ha creado una línia invisible pero TAN agresiva entre yo, la rica, y ellos, los pobres. Algunos niños se me acercan para chocarme los cinco pero, en general, todos me miran mientras comentan sin tapujos cosas, por lo visto, divertidísimas sobre mi y me relegan a una inverosímil y comiquísima condición de Indiana Jones.

senyora gorro
señora bus pakse
niño

En fin.
Mañana cumplo 100 días de camino y esto cada vez más empieza a ser lo que tenía que ser.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

VIVA MARION , VIVA , 100 DIAS DE LUZ Y OTROS TANTOS QUE TE QUEDAN . DISFRUTA DE LOS SURREALISTA DE ESTAR AHI . QUIEN LO DIRIA HACE 100 AÑOS , NO? SOMOS LA GENERACIÓN PRIVILEGIADA QUE SE PUEDE MOVER POR LA BOLA DEL MUNDO COMO SI NADA.ERES UNA MAQUINA PRIVILEGIADA DE DAR AMOR. UN BESO FUERTE MARIONA DEL JUANET QUE TE QUIERE MUCHO Y TE MANDA MUCHISIMA FUERZA Y ALEGRIA PARA TU VIAJE . MUACKS BONICA!

Lara dijo...

Cada paso que das más grande me pareces!

conde-duque dijo...

Los gallos drogadictos, los autobuses volcados, la carga del tuc-tuc, las manos negras y viejas... Lo hemos visto todo, grazie.
Enhorabuena por los 100. Y más.
Besos.

NáN dijo...

pasmáo.
Yo también te miraría.