lunes, 16 de enero de 2012

Empezar el año con mi hermano, este ha sido el regalo.

Cruzó de China a Melbourne para compartir el primer pedazo de 2012, convirtiendo estas vueltecitas al planeta para vernos en una especie de regalo anual en forma de vacaciones juntos.
O por lo menos así lo hemos decidido, intentando girar un poco la tortilla de la historia.

En otro orden de cosas, esta ventana tan coja y desnutrida últimamente volverá a tener un poco de riego. Es una determinación del 2012 y una necesidad que ya viene de antes. Qué torpeza a veces con las cosas que a uno le sientan bien.

Feliz año y daño, señores. Por cierto, feliz experiencia la de no correr el riesgo de morir atragantada por las uvas, y la de redactar toda la lista de buenos propósitos en tirantes.