viernes, 17 de junio de 2011

DISTANCIAS, el tráiler, y algo más



Soy de la marca de los tardones. Lo he sido toda mi vida, y complicado veo lo de cambiar estas cositas a los 31. Lo he pulido bastante e incluso me atrevería a decir que a veces lo disimulo con mucha credibilidad, pero quién tuvo retuvo.

En fin, todo esto para decir que, finalmente y con un poco de retraso, cuelgo aquí el trailer de nuestro documental Distancias, rodado en Cuba en junio y julio del 2010 junto a Lina Badenes.
El documental está de paseíllo por festivales desde enero de este año, y ha recogido, de momento, el Premio Mon-Doc al mejor documental 2010, a la vez que ha circulado por distintas muestras y festivales. (En la web del documental se puede ver la lista).

Es una pieza pequeña hecha con mucho esfuerzo, algunas peleas, otras tantas alegrías y abrazos, mucha convicción a ratos y un escepticismo absolutamente desesperanzador otras tantas horas. Vamos, el cóctel de la clásica operación suicida, o sea, un documental con poca pasta y muchas ganas.

Adjunto algunas fotos del rodaje, la sinopsis y la información sobre las directoras, o sea, Lina Badenes y una servidora.

Espero que al volver a Madrid podamos hacer una presentación en toda regla, con todas sus cosas y sus celebraciones, o sea, canapeses y copas de cava, esenciales en cualquier presentación que se tercie.

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DISTANCIAS

SINOPSIS

A través de tres vidas y tres generaciones (Rebeca, Massiel y Christian) Distancias se aproxima a la opción individual de permanecer en Cuba. A pesar de que la mayoría de los seres queridos esté fuera del país. A pesar también de haber tenido una oportunidad real para abandonar la isla. Permanecer por amor, por convicción, por la voluntad de hacerlo, porque otros lo han decidido en tu lugar. Es justamente esta decisión la que conforma el reto que asumen nuestros protagonistas: aprender a vivir siendo la persona en la que uno se convierte a partir de la nueva vida de ausencias.

SOBRE LAS DIRECTORAS

LINA BADENES, Licenciada en Comunicación Audiovisual, amplía posteriormente sus estudios en producción y realización. En 2004 viaja a Holanda e Italia, empezando su incursión laboral en el documental social, que la ha llevado a rodar en Uruguay, Argentina y Cuba, entre otros. Vuelve a España en 2007 y funda Turanga Films, en dónde trabaja abordando dos frentes: el de la producción en ficción y realización en documental.

MARIONA GUIU, Licenciada en Humanidades, actualmente reside y trabaja en Melbourne. Empezó trabajando como redactora en distintos programas de televisión. Como realizadora, ha dirigido varios videoclips, vídeos para Internet y la serie documental Revelados para Biography Channel. Como productora, ha producido distintos videoclips y algunos de sus propios trabajos. Mejor con canciones, co-dirigido junto a Ariadna Relea, fue su primer corto documental.

Distancias nace tras cursar el taller de documental en la Escuela Internacional de Cine y Televisión en Cuba.


Rodando 'Distancias' - Con otra parte de los protagonistas OK
Rodando 'Distancias' - Con parte de los protagonistas
Rodando 'Distancias' - Lina BadenesRodando 'Dsitancias' - Mariona Guiu
Rodando 'Distancias' - En la calle2
Rodando 'Distancias' - Editando

sábado, 11 de junio de 2011

Tasmania 2: El Mona y Dustin Hoffman

Entrada al Mona
Palabras de agua en la instalación Bit Fall de Julius Popp

Lo de Dustin Hoffman en Rain Man no es leyenda.
Sin tener la cabeza torcida ni el tartamudeo (y espero que tampoco un hermano tan impostado, insportable y sabelotodo como Tom Cruise), David Walsh es un multimillonario tasmano que comparte con Raymond Babbitt el don por los números y las secuencias numéricas. Walsh padece también el síndrome de Asperger, que es un trastorno mental y de comportamiento que forma parte del espectro de trastornos autísticos.

Entre sus variados dones y obsesiones, destaca, como decía, el de los números. De hecho, es matemático.

Cuenta la sabiduría popular que este hombre se recorrió el mundo en diagonal entre las apuestas de caballos y los bingos, ganando auténticas fortunas. Un día, para salir de no sé qué país, se dio cuenta de que que llevaba demasiada pasta encima cómo para salir así tal cual. Oh, ese problema, ya sé. Total, que decidió, más o menos (no sé si fue en ese momento, el día antes o cuando, pero lo decidió, y es lo importante), comprar una obra de arte para invertir el pastizal.

Dicen que así empezó su coleccionismo de arte que como todo en él, ha acabado siendo una obsesión. Tanto, que acabó fundando el MONA, el Museum of Old and New Art, uno de los sitios en general y museos en particular más espectaculares en los que he estado nunca (superando MACBA's y modernidades varias) y, sin duda alguna, el museo privado más importante de Australia (de goleada, vamos).
Un museo gratuito enmarcado en un entorno inverosímil e insultantemente bello dónde, tras llegar en un ferry, se te subministra un i-pod en la entrada con el fin de consultar toda la información de las obras: el i-pod geolocalizará tu posición dentro del museo y te enviará todos los datos de cada pieza, e incluso te permitirá que la clasifiques, entiéndase: decir si "I loved it" o si "I hated it". Además, luego te llegará un e-mail con todas las obras que has visto (las que no has visto, no) que han quedado registradas en tu i-pod, para que consultes información complementaria o simplemente, puedas volver a recordar el título. Delicioso.

El contrapunto: la imagen de montones de gafapastas entre momias y postmodernidad toqueteando ansiosos su i-pod es a ratos grotesca, pero a la experiencia del Museo lo pongo un diez y a David Walsh, un once. (Más sobre Walsh, aquí)

Espectacular el viaje en ferry hasta allí, que me hizo entender un poco porque a Tasmania la llaman la pequeña Nueva Zelanda.


Snake, Sidney Nolan

Fotograma de AAA de Marina Abramovic

jueves, 9 de junio de 2011

dos cientos setenta y cinco


En Tasmania celebro mis 275 días viajando. Hay algo de inevitable en esta cifra, y es la consciencia de, en cierto modo, estar volviendo.
Al principio del viaje me gustaba contar los días que llevaba fuera y darme cuenta de lo lejos que estaba aún del 365. Me divertía añadir nuevos días a mi cómputo, como pequeñas batallas ganadas. La suma positiva, digamos, aunque suene a redundancia.

El caso es que hoy hace nueve meses y dos días que Lina e Isa me despedían en la calle Pez esquina San Bernardo, dónde cogí el taxi hacia Barajas. Estaba tan cansada, que era incapaz de alegrarme por lo que me esperaba.
Parecen décadas.

La letra pequeña, de todos modos, es que me he pasado el día entero escapándome del frío, metiéndome en distintas tiendas de Hobart para que la lluvia no me encontrara. La banda sonora la ha puesto Antònia Font con 'Me sobren paraules', un tema de su último disco Lamparetes que ya para siempre va a ser tasmano (Gracias al adivina necesidades que me lo hizo llegar, por cierto).

Casi se me olvida el cumpleaños de mi hermano Jordi, y qué lejos queda también China, con lo bien que lo pasamos.

Asumo el riesgo del topicazo: Qué rápido pasa todo.

domingo, 5 de junio de 2011


Rodaje en Saint Kilda, Melbourne. Foto de Irene Cabré

Esencialmente noto que la ciudad me gana (y no yo a ella) cuando no sólo escribo mucho menos si no que además lo hago así:
-con guiones.
-todo por puntos.
-punto a.
-punto b.
-punto c.

Hay un salto cualitativo entre el pensamiento modo párrafo y el pensamiento modo guión.
En el segundo todo parece sacado de una agenda.

Los puntos, ahora, son:

1) La semana que cierro. Cada vez trabajando más y, aunque contenta, a veces y sólo a veces me planteo si es esto lo que quería. El invierno en junio también ayuda a pensar así.
Feliz, de todos modos, con los vídeos que me van saliendo, con las clases y con los alumnos. Mis clases favoritas son las de catalán. Sí, clases de catalán en Melbourne. Tengo un grupo de estudiantes espectacularmente heterogéneo con razones muy distintas para aprender la lengua de Pompeu Fabra.
(Abro paréntesis: en Melbourne hay una pequeña comunidad de catalanohablantes compuesta no sólo por los que venimos de Catalunya si no por australianos que, fascinados por la cultura catalana, llevan años estudiando la lengua y la historia de nuestro mini país. Flipante y admirable).
Creo que disfruto tanto con estas clases porque también me reconcilian, en cierto modo, con la falta de "activismo" de los últimos tiempos. Pongo las comillas en activismo, e intentaré explicarlo rápido y evitando panfletos.
La historia es que yo he crecido en la convicción de que existe una cierta "obligación" de difundir y dar a conocer nuestra cultura -la catalana, se entiende- allá dónde se vaya. Otra vez comillas en obligación: es algo que nace de dentro, un sentido de pertenencia traducido en esta creencia que, junto a otras, hace que el ejercicio de difusión y promoción cultural se practique con gusto. Y aunque adaptada a mi manera -creo que a veces los catalanes nos pasamos, y pecamos de lo mismo que criticamos- sigo sintiéndome cerca de esta convicción.
Supongo que por eso a ratos me pesaba el estar de catalana "freelance" en Madrid, aunque fuera algo que al mismo tiempo había decidido. La manera de la que me fui de Barcelona (muy castigada, sobretodo, por la imposibilidad de encontrar trabajo allí, y saturada de modernos y vendedores de humo) y mi necesidad de ver mundo marcaron un stand by, un punto de inflexión en mi relación con "la causa catalana" (comillas súper necesarias que le quiten, por favor, el olor a slogan).

Conclusión, rápida y parcial: Las clases de catalán, la curiosidad y las ganas de mis alumnos (que, por cierto, hablan que da gusto) me conectan de una manera más especial al sitio del que vengo, que a 17000 kilómetros resulta más bonito aún de lo que ya es de por sí. Con todas sus cositas, que también las tiene.


2) La semana que empiezo: cambios. El primero, acabo con el housesitting en el que he estado metida el último mes y medio. Ser una housesitter consiste básicamente en cuidar de una casa mientras los propietarios están fuera. Ellos se van, y tú te haces cargo de su hogar y de los animalitos que cohabitarán contigo -normalmente, la razón fundamental para vivir allí- Algo muy frecuente en el Planeta Australia, y en cambio difícil de imaginar en el planeta España, dónde de entrada no viajamos ni una cuarta parte de lo que lo hacen los australianos y sentimos, además, un (inexplicable, a veces) apego a nuestra casa de alquiler vergonzoso o de hipoteca cadavérica. Total, que los dueños vuelven y yo me voy con la música a otra parte. Concretamente, a Tasmania, dónde aprovecho el "vacío" de ser una homeless por unos días para pegarme un descanso de ciudad en la Isla del Diablo. Algo que además necesito bastante porque desde que me quedé en Melbourne tras seis meses de nomadismo, el punto número tres y último de este post, me martillea la cabeza:

3) Quiero seguir viajando.